La tecnología de las velas

 

Hay mucha literatura que se extiende sobre la dimensión esotérica de las velas pero no descuidaremos los libros más técnicos. Podemos describir el mecanismo de funcionamiento de las velas de manera simple: las velas son portadoras de luz gracias al calor de un potente foco transmisor (normalmente una cerilla o un mechero); la mecha encendida mantiene ese calor hasta que parte del material combustible sólido (normalmente cera o parafina)  se derrite y vaporiza una pequeña cantidad del mismo. Una vez vaporizado, el combustible se combina con el oxígeno en la atmósfera para formar una llama. Esta llama proporciona el calor suficiente para mantener el ciclo derritiendo la parte superior de la masa de combustible sólido y convirtiéndolo en combustible licuado; este último sube por capilaridad hasta vaporizarse al quemarse por la acción del calor de la llama. El proceso de combustión se produce de maneras distintas y puede observarse a través de los diferentes colores de las propias llamas. Las áreas azuladas lo son porque el hidrógeno está siendo separado del combustible y quemado para formar el vapor de agua. La parte más brillante, más amarilla de la llama, es el carbono restante que se oxida para formar dióxido de carbono. En este proceso podemos reconocer los cuatro elementos que la física considera imprescindibles para la continuidad y propagación de un fuego: la energía de activación proveniente de la llama del fósforo, el combustible (en este caso el material con el que está fabricada la vela), el comburente -que es el oxígeno- y la reacción en cadena que finaliza cuando falla el oxigeno porque la hemos apagado o bien por falta de combustible cuando se ha consumido la cera. Estos cuatro elementos que participan en este fascinante fenómeno reciben el evocador nombre de Tetraedro del Fuego.

Aunque nos parezca sencillo, la elaboración de una vela requiere unas atenciones especiales para que no produzca un humo indeseable. Hasta que no se encontró la forma de fabricar una mecha perfecta, había que proceder a recortarla para que ésta ofreciera una llama regular. A las tijeras usadas para tan tedioso cometido se las llamaba comúnmente “matacandelas”.
Otro elemento fundamental que todo usuario y productor de velas debe tener en cuenta es la seguridad. Sólo el uso de los buenos materiales y la profesionalidad ofrece garantías de un funcionamiento correcto de la vela. Todos debemos tomar precauciones cuando nos disponemos a usar una candela. Para que las velas garantizadas no den otra cosa que no sea luz, esperanza e ilusión, debemos alejarlas de objetos inflamables, preservar un radio amplio y despejado a su alrededor, con un recipiente de agua cercano y la vigilancia oportuna. Desde siempre ha habido personas inquietas amantes de las manualidades que han optado por realizar sus propias velas, añadiendo elementos decorativos o de carga esotérica particular. De las manos de pequeños artesanos amateurs que han gozado en el proceso de elaboración, pueden salir bellas candelas. A todos ellos les rogamos que extremen las precauciones y tengan muy en cuenta la legitimidad de las sustancias que utilizan.

Datos económicos

En el caso de las importaciones mundiales para “velas (candelas), cirios y artículos similares”, se estima que en 2010 España exportó 2.688.949 kilos de velas, por valor de 11.472.401 dólares, a países como Francia, Portugal, Italia y en menor medida a Grecia y Reino Unido.
A su vez importó 12.503.382 kilos de velas y similares por valor de 43.050.787 dólares desde China, Italia, Polonia, Alemania y Francia, entre otros.
Según los datos de 2011, Alemania es el principal importador de velas del mundo, seguido de cerca por EEUU, Reino Unido, Francia y por último los Países Bajos; el resto de países del mundo ocupan el 46% del mercado mundial.
China es el principal productor de velas y cirios del mundo, seguido por Polonia, Países Bajos, Alemania y EEUU. Pero sólo los dos primeros producen más de la mitad de las velas del mundo. China exportó en 2011 velas por valor de 2.385.484.305 dólares.
En Europa se consume alrededor de 390,000 toneladas de candelas/año, lo que representa un consumo promedio de por lo menos 1.5 kg/anual por persona en Europa. Sin embargo, entre los países que tienen las tasas más altas de consumo de velas, se encuentran Noruega y Holanda, seguidos en orden de importancia por Suiza.
Desde India llegaron en 2011 a España casi 45.000 kilos de velas, por un valor de 67.000 dólares. Esto supone un incremento del 8% respecto a 2010, en que llegaron 41.367 kilos de velas.