Especialidad mágica III

En la tradición más añeja vinculada a la religión católica destaca el ritual de las novenas y no es infrecuente la compra de nueve velas para ser encendidas oportunamente con firmeza de intención, puntualidad y confianza. Otros dividen un mismo velón en nueve partes que se consumirán de manera periódica tal y como marca el ritual. Un día muy apreciado para las peticiones es el viernes. Al apagarlo no debe hacerse con un soplo en este caso; debe usarse un apagavelas o una cuchara para preservar la mecha y para que no se interrumpa el influjo mágico. Hay quien afirma que entre todos los rituales, es éste uno de los más conocidos y de los más efectivos.
Cuando los problemas nos abruman, la negatividad nos acosa o se sospecha malas intenciones ajenas, lo más indicado es recurrir a las velas de siete mechas. Tras el cuidadoso ritual -pues queman de forma distinta a las otras velas ya que incluyen una mínima cantidad de pólvora y queman muy rápidamente por tener siete pábilos- es importante infundirse una nueva actitud y fortaleza que disipe esa mala disposición previa. La vela marca un antes y un después de esa situación, permite romper con la negatividad y abre la puerta al positivismo.
El velón con el símbolo del tetragramatón es el preferido por las personas iniciadas en los secretos de la magia o de la Wicca. Tiene una dimensión esotérica más potente y restringida, para quienes creen en la fuerza de los “trabajos” de magia negra. Estas personas de sienten especialmente amparadas por esta vela en la que confluyen elementos de distintas culturas y escuelas de conocimiento.
Con Juan Antonio Hernández afrontamos la precaución extrema que debe tenerse a la hora de usar velones. Un ejemplo es el llamado “garrapata”. Algunas personas erróneamente se encaprichan de otras queriendo dominar su voluntad atrayéndolas más allá de su trato personal. Desarrollar rituales como los llamados “amarres”, aunque sean muy populares en ciertas culturas, es desaconsejable. Sólo si hay una buena base relacional aportan armonía y fortalecimiento de una pareja o de la situación a la que el demandante tanto se aferra. Son especialmente desaconsejados aquellos rituales que están orientados a recuperar la pareja con la intención de poder vengarse después. Si una persona alimenta esa actitud en su interior, no podrá luego culpar de su mala suerte al efecto de las velas, sino  a la falta de generosidad de su propio espíritu.  
Ciertos rituales quieren completar procesos emocionales complicados, añadiendo un refuerzo simbólico a un sentimiento abrumador o a una decisión tomada con gran esfuerzo.
Coincidimos con el experto cuando nos recuerda que también las velas están regidas por las leyes universales, quedando por tanto garantizado el efecto “boomerang”: “desea mal y eso recibirás, desea bien y te será devuelto muchas veces multiplicado”.
Cuando preguntamos sobre la función que desarrolla un velón como el de las “siete pimientas”, creado para generar malestar, debemos ser muy conscientes de lo que estamos promoviendo. Una aplicación sería la de incomodar a alguien que se interpone negativamente en un negocio o una relación, pero debemos invitar al demandante a que reflexione. Aquello que aparece en nuestra vida que interpretamos como obstructivo o  inoportuno ¿no esconde una lección, un mensaje, un beneficioso cambio? Al ser las velas  poderosas, merecen ser usadas con precaución y sabiduría. Debemos ser generosos, reflexivos, debemos entender que nuestros deseos, o nuestra lectura de la realidad es parcial, sesgada, a veces directamente equivocada. Entonces será más interesante usar velas en sentido positivo y no aquellas que promueven malestar o fuerzan una situación. Es mejor pedir que un hijo sea feliz en el amor que desear la ruptura con esa nuera que no nos gusta. Es mejor desear prosperidad laboral que “amarrar” un vínculo contractual.
Proviniente de Oriente, podemos encontrar una vela inspirada en los símbolos del I Ching, el famoso libro oracular chino, que trabaja fundamentalmente con las energías. En concreto el velón del I Ching se usa para aumentar el flujo de la prosperidad. Sin abandonar Asia, no podemos dejar de mencionar el protagonismo que tienen las velas en el Feng Shui, el arte de distribuir el espacio para facilitar la feliz circulación del Chi o Energía. Existen kits de siete velas que se corresponden con cada uno de los Chackras, pero también de Santos, de Arcángeles y de Potencias africanas. Al tratarse de grupos de siete, el ritual se basa en incidir específicamente en cada uno de los días de la semana. El siete y el nueve son los dos números más potentes en la magia de las velas, aunque como saben muy bien los numerólogos cada cifra tiene su poder. Los número impares predominan pero los números pares -según algunos- aceleran procesos.
Las velas que van asociadas a aromas pueden completar una terapéutica específica, pero en principio no tienen una dimensión mágica especial.
La ductilidad de la cera permite la adopción de formas que evocan con claridad el propósito para el cual han sido creadas. Así la combinación de la forma y del color las hace infalibles, siempre y cuando se acompañe -como ya hemos dicho- de la fe. Resultan muy llamativas las velas moldeadas con formas humanas unidas íntimamente; son muy requeridas y se presentan en distintos colores, aunque abundan el rojo y el negro. Nos dice nuestro asesor que juntar una pareja puede consistir en propiciar que los novios que viven en puntos alejados pasen a  gozar de la continuidad de su mutua compañía.  Se trata de un ritual definido y explicado por las instrucciones. Es oportuno también para propiciar la unión emocional de los que comparten un mismo hogar. Y al revés, velas que representan a un hombre y a una mujer que se dan la espalda tendrían el objetivo contrario. Pero invitamos de nuevo a ser muy precavidos a quienes quieran usar el color negro y propiciar la desunión. No siempre la representación de las personas tiene una indicación sentimental. Los acercamientos o alejamientos pueden propiciarse entre socios, amigos o cualquier otro tipo de relación personal. Existen también las atractivas velas en forma de corazón: su forma, su color y la potencia de una llama nos llevan a pensar en su gran capacidad para alimentar un sentimiento.
Entre la amplia gama de velas con forma destacan las piramidales, que suman a la fuerza geométrica la influencia de la maravillosa cultura Egipcia que la promovió. Las pirámides son peticiones. Exigen que seamos cuidadosos con la orientación, ya que son antenas de energía cósmica. Las esquinas y la cara de la pirámide deben corresponder exactamente con el punto cardinal oportuno. También hay velas en forma de llaves, símbolo inequívoco de nuevos caminos, de nuevas singladuras y del fin de una paralización o nudo.
La gama de las velas es tan amplia que puede satisfacer a todos los que tengan deseos; para deseos muy concretos se puede consultar un ritual específico que las combine.
Según Cristina Castelví – la otra persona experta en rituales de Karma- el velón de San Miguel Arcángel es extraordinario por su capacidad de armonizar, pacificar y atraer las energías positivas. Coincide plenamente en la importancia del uso de velas amarillas para la llamada de la prosperidad económica y de los bienes materiales. Y nos asegura que el ritual en el que las velas rojas son reforzadas con copal resulta infalible para los deseos de amor.
Este texto llega a su fin y debe acabar tal y como deben empezar y terminar los rituales realizados con velas: dando las gracias. Es siempre importante para todo agradecer al universo, a la vida, a los dioses, todo lo que tenemos.
Debemos dejarnos inspirar por lo que nos llega desde el reencuentro con la luz, la luz interior y la luz de la velas.