El mundo clásico

Un texto de Plinio el joven describe las “candalae” como luminarias hechas de lino envuelto en cera de abeja. Según nos informa la Dra. Marinella Lista del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, al parecer habrían sido inventadas en la Roma Antigua. Se cree que en principio la mecha estaba constituida por hojas de papiro a las que se añadía cera de abeja, pero más comúnmente grasas de animales o ceras vegetales. De los restos que han llegado hasta nuestros días, y por los candelabros, se deduce que las velas eran usadas sobre todo para ritos religiosos y /o funerarios. Se cree que eran perceptivas en las fiestas en honor de la Diosa Isis. Existen entre los restos del templo de Isis sendos candelabros de bronce con forma de flor de loto que bien podrían haber albergado velas. Pero en rigor, y debido a la falta de reproducciones en las pinturas descubiertas en Pompeya, no se puede asegurar. De lo que sí hay constancia visual es del uso de lamparillas como la que portaba el sacerdote Lychnophóros. Se cree que porta la aureum cymbium de la que habla Apuleyo en las Metamorfosis.
Insistimos en que es muy, muy difícil conocer con exactitud el momento en que apareció la primera vela propiamente dicha. Queriendo ser precisos, podemos indicar que el vestigio más antiguo que se ha encontrado tiene fecha de hace 1900 años y se halló en un pueblecito francés cercano a Avignon llamado Vaison.
Los romanos introdujeron en las actuaciones judiciales el ritual de encender  dos candelabros con sendas velas frente a los magistrados en señal de respeto. No se descarta que fuera una adaptación de las Ceremonias que se venían celebrando en honor a la diosa Ceres u otras divinidades del amplio Olimpo romano. En un magnífico libro llamado “El reino de la noche en la antigüedad” se recogen testimonios de los clásicos romanos que confirman que las velas formaban parte de la vida doméstica y cómo se usaban en el interior de las casas, dejando las antorchas para la iluminación de las calles. En las calles sí se veían grandes cirios portados por esclavos, que iluminaban los pasos de su señor (leer Las Sátiras de Juvenal) o en las grandes ceremonias y en las celebraciones de las victorias militares (las crónicas de Valerio Máximo). En el mismo volumen, redactado por expertos académicos de la antigüedad, se reconoce que los griegos no conocían las velas. Según el testimonio de Varrón las candelas preceden a las lámparas o Lucernas. Al parecer se utilizaban aceites como combustible para la iluminación nocturna, como se deduce de los textos de Aristófanes y de Marcial.
Se cuenta que Constantino en 324 d.C. decidió fundar Constantinopla y que bajo su mandato dio la orden de iluminar la ciudad entera por Pascua con lámparas y velas de cera.